Un hombre llega, gravemente enfermo, a un hospital.
Los médicos encuentran que su cuerpo está invadido por bacterias hasta entonces desconocidas, y aunque luego de un rato comienzan a conocerse, descubren que no hay forma de quitarlas de allí (el cuerpo del hombre). Los médicos, lamentando su mala suerte (la del hombre, que de la mala suerte de los médicos se ocupa otra parábola) se retiran a sus habitáculos a la espera de un enfermo mejor. Por su parte, las bacterias, que resultan mucho mejor personas -y más inteligentes- que su anfitrión, toman el control del individuo convirtiéndolo en el Hombre Más Tierno del Mundo -y también el más cortés-
Ahora todos hablaban de la buena suerte de aquel Hombre, dedicándole estatuas, discursos y elogios.
Pero resulta que las bacterias -por su enorme modestia- odiaban muchísimo los halagos, e indignadas, hacen papilla el Hombre Más Tierno del Mundo, sus parientes, amigos, conocidos, y la Humanidad toda.
¿Buena suerte, mala suerte, o qué? Dilo tú, amigo lector.

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